lunes, 27 de septiembre de 2010

sábado, 25 de septiembre de 2010

Viña del Mar





Fotos de Vacaciones en Viña del Mar, Chile, Diciembre de 2009
Posted by Picasa

Foto Amigos de Colombianos en Chile



Foto de recuerdo de encuentro en Santiago de Chile. Noviembre de 2010. De izquierda a Derecha: Guillermo, Fernando, Juan David, Manuela, Nicolas y David

miércoles, 17 de septiembre de 2008

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Juan Varela Reyes (*)

“Al escribir el nombre del malvado,
Del genocida de la Casa Blanca”

(Pablo Neruda)

No pueden pasar por nuestro lado los hechos que están ocurriendo en un país latinoamericano, el que ha venido buscando – a contrapelo de las directrices neoliberales – su plena independencia, su soberanía y construyendo creativamente su dignidad. Ciertamente se viven y se vienen momentos difíciles para los procesos emancipatorios y revolucionarios de ese país y de otros que también van dando pasos en la dirección de conquista de una Patria Latinoamericana Nueva.

Estos hechos guardan una gran similitud con los ocurridos en nuestro país hace ya 35 años. Los mismos problemas, los mismos actores, la misma y porfiada lucha de clases – la madre de todas las batallas – y los mismos intereses que quieren ahogar en sangre y fuego las esperanzas de los pueblos que ya quieren seguir siendo los humillados y ofendidos de la historia. Ello no es nuevo en nuestro continente, nuestra historia ha estado jalonada por ese proceso dialéctico de la acción por transformar revolucionariamente las estructuras de las injusticias y la reacción de los sectores que miran la historia con los ojos de los dueños del poder que, invariablemente, se ubican más allá de nuestras fronteras.

Son los mismos sectores que después de 35 años de ocurrido el golpe militar en Chile y en otras latitudes continentales son señalados – “desclasificados” es el elegante nombre que se da a las pruebas – como los principales instigadores de las tragedias que se dejaron sentir, sobre todo en las filas revolucionarias y en los pobres de la ciudad y del campo. Probablemente, en estos momentos, serán los mismos de aquella época los que se confabulan y preparan las condiciones para instalar la violencia y el terror y cerrar las puertas a las esperanzas y las búsquedas de caminos nuevos.

Está claro que detrás de todo esto está la maquinación imperial; ellos – los imperialistas – no son ajenos a los esfuerzos que hace el “roquerío insolentado” por seguir manteniendo sus privilegios a costa de la explotación de los trabajadores, de los saqueos de los recursos naturales, haciéndose con ello cada vez más ricos, condenando a las mayorías a ser cada vez más pobres. Es un problema de la lucha de clases, es la expresión brutal de ella, es la disputa por construir la historia con otras manos y otros rostros o seguir haciéndola con el lastre del fatalismo impuesto, de la violencia institucionalizada.

En medio de todo este clima de maquinaciones imperialistas y sus servidores locales, éstos que asumen un rol de voceros de la reacción de los poderosos, la frase de un mandatario latinoamericano golpea con fuerza, una frase que, sin ambages ni medias tintas, expresa lo que debiera ser el grito de todos los latinoamericanos, de los habitantes de esta América Latina que el imperialismo ha designado como su “patio trasero”; un patio trasero tan grande que a todos sus confines no llega ni la justicia ni aquella entelequia que, ampulosamente, han dado en denominar democracia. Es una frase que, un grito, que a algunos pusilánimes y mediocres les incomodará como si se la dirigieran a ellos, que se sienten tan cerca de los mandatos de la élite imperial. Si se sienten tocados, que griten y chillen, a ver si pueden con sus conciencias.

Por nuestra parte, y como modesto aporte, sólo nos atrevemos a gritar la misma frase, cambiándole el orden, pero no el sentido:

¡Váyanse a la mierda, yanquis del carajo!

Santiago, Septiembre 14 de 2008
(*) Sociólogo

Manuela


De paseo por el rio Upia, Colombia